El Jardín de la Menara
Un parque de 100 hectáreas, situado a los pies de las imponentes montañas del Atlas. En su centro, un inmenso estanque del siglo XII y El Palmeral de Marrakech, con sus más de 100.000 palmeras.
El especial encanto de este jardín es el Pabellón de la Menara, uno de los monumentos más fotografiados de Marrakech. Edificado junto a un enorme estanque artificial, poblado de carpas, fue creado en tiempos de los almohades, quienes le dotaron de un sistema de riego subterráneo para traer el agua de deshielo del Atlas y baldear los olivares y huertos circundantes.
La construcción deLa Menara, que significa hermosa vista, se edificó durante la dinastía saadí en el siglo XVI, siendo rehabilitada dos siglos más tarde, por el sultán Abd ar-Rahman ibn Hicham, quien solía hospedarse allí durante el verano.
El encanto de este jardín varía según las estaciones del año; en invierno y primavera, las cumbres nevadas del Atlas; de octubre a enero, las olivas verdes, rosas y negras; en verano, la frescura y tranquilidad…Cuentan las leyendas, que estos jardines eran utilizados por los sultanes para sus citas amorosas.
El Jardín de Majorelle
Uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad nueva es el Jardin de Majorell, diseñado por el pintor francés Jacques Majorelle en el siglo VIII. Adquirido en los 80, por el modisto Yves Saint-Laurent, quien transformó el chalet-taller del artista en Museo de Arte Islámico, con objetos de su colección personal –telas, joyas, cerámicas, …-, procedentes del Magreb, Oriente Medio y Asia.
Majorelle, amante de los colores de Marrakech, adquiere la finca al borde del Palmeral y construye su chalet-taller de estilo Art déco, inspirándose en parte, en el Palacio de la Bahía. Aficionado a la botánica, diseña su propio jardín alrededor de la vivienda, al que dota de exuberante vegetación en la que anidan cientos de pájaros.
Algunos años más tarde, crea un color azul claro, pero de gran intensidad, el azul Majorelle, con el que pinta la fachada del chalet-taller, abriendo al público el conjunto como si fuera “un cuadro vivo”. Pero, tras un accidente de coche, Majorelle marcha a París, dónde desaparece y el jardín queda en abandono.
Cuando Yves Saint-Laurent lo adquiere, conserva el espíritu de su diseñador original e incrementa el número de especies vegetales hasta más de trescientas, entre cactus, yuccas, nenúfares, jazmines, bougainvilleas, palmeras, bambús... que combina con adornos de cerámica, alamedas y fuentes.
Los Jardines del Agdal
Ubicados al sur del Palacio Real Dar El-Maizen, datan del siglo XII y constituyen unos de los jardines más antiguos de la ciudad, a pesar de mostrar el aspecto de su última reforma, realizada en el siglo XIX.
Los Jardines del Agdal abarcan un inmenso recinto de casi cinco kilómetros cuadrados, con frutales y olivos, que conserva dos estanques; el mayor de ellos data de la época almohade y en sus aguas se reflejan las ruinas de un palacio saadí.
Para su construcción, los arquitectos almohades se inspiraron en los jardines de tradición andalusí y aromatizaron su superficie con azahares, higueras, albaricoques, granados, naranjos y limoneros, dotando a la ciudad de un lugar tranquilo y fresco para combatir en verano los rigores del clima desértico.